En medio de la conmoción que supone la muerte de tantas personas en el avión que hacia el trayecto Barcelona - Düsseldorf, hay que afrontar la realidad de que ha sido la decisión de una persona la causante de todo.
El mismo martes 24 empecé a contactar con los fallecidos para dar paz a las almas. Ahora, hay que dar paz a los que se quedan llorando las ausencias.
Si no es fácil el duelo a un ser querido que fallece de forma tan repentina, mucho más duro se hace si ha sido algo premeditado por otro.
Ante el horror y el dolor,el agradecimiento a las muestras de amor incondicional y solidaridad de los países afectados; y la admiración al pueblo francés que ha sido un ejemplo de impecabilidad en el esclarecimiento y ayuda de la catástrofe.
Todos los voluntarios que han acudido y las personas que han abierto sus casas a los familiares, son la manifestación de la belleza del alma humana.
El recuerdo de los inocentes queda en nuestra memoria emocional. Es el amor, la compasión, la unión en los momentos de infortunio lo que nos saca de nuestros hábitos para hacernos conscientes de la fragilidad material y la hermandad de todos. Si esta consciencia se mantuviese y la expandiésemos, la agresiones en todas sus formas se verían disminuidas.
Todos estamos unidos por lo mismo, somos parte de la divinidad y no debemos dejarnos perturbar tanto por lo externo, que olvidemos nuestra esencia.
Mi amor con los que han marchado y acompañando a los que permanecen.
Teresa Danae